“Afrocolombianidad Viva”


“Afrocolombianidad Viva”


Cada 21 de mayo, Colombia se detiene —o al menos debería— a recordar una de las fechas más significativas de su historia social: el Día de la Afrocolombianidad. Más allá de una efeméride marcada por decreto, es una jornada para reconocer la fuerza de un pueblo que ha resistido siglos de exclusión, y que hoy sigue construyendo país desde su cultura, su memoria y su dignidad.

La historia oficial nos recuerda que ese día, en 1851, el entonces presidente José Hilario López firmó la abolición legal de la esclavitud en la República de la Nueva Granada. Sin embargo, reducir este hito a la voluntad de un mandatario es desconocer la resistencia, los levantamientos, las fugas y los palenques construidos con sangre y esperanza por miles de afrodescendientes que jamás se resignaron a ser mercancía humana.

La ley fue producto de una presión social creciente y de un contexto político marcado por guerras, alianzas y contradicciones. Hombres y mujeres esclavizados lucharon en ambos bandos durante las guerras de independencia, apostando por una libertad que no se les garantizó tras la victoria. Fueron ellos quienes, desde la selva, desde los puertos, desde los cañaverales, empujaron los límites de lo posible hasta romper las cadenas, al menos en los documentos.

Pero la verdadera libertad no llegó con una ley. El racismo estructural, la pobreza persistente y la marginación territorial continuaron, y en muchos casos, aún persisten. La libertad jurídica no se tradujo en tierras, ni en ciudadanía plena, ni en respeto a la identidad afro. Los antiguos esclavizadores incluso fueron indemnizados, mientras que los liberados fueron dejados a su suerte, sin reconocimiento, sin recursos, sin voz.

Hoy, más de 170 años después, el Día de la Afrocolombianidad no es solo una fecha para recordar el pasado, sino un llamado a actuar en el presente. Es un espacio para cuestionar los estereotipos que aún habitan los medios y las aulas, para visibilizar la riqueza de las lenguas, músicas, conocimientos y luchas afrocolombianas. Es una jornada de memoria activa, de exigencia por equidad y justicia.

La afrocolombianidad no es una herencia del pasado, sino una vivencia cotidiana. Está en las manos que cultivan el Pacífico y el Caribe, en las voces que cantan bullerengue y currulao, en los saberes ancestrales que curan y alimentan. Está en las universidades, en las calles, en el arte, en la política y en los sueños de millones de colombianos que, desde su negritud, siguen afirmando su derecho a existir con dignidad.

Por eso, este 21 de mayo no se trata solo de conmemorar una fecha histórica. Se trata de reafirmar que la afrocolombianidad está viva, que es presente y que exige un futuro más justo. Y sobre todo, que la historia debe escribirse también desde las voces de quienes la resistieron, la sobrevivieron y la siguen construyendo día a día.

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