“Colombia y Paraguay: el abrazo olvidado de 1870”


“Colombia y Paraguay: el abrazo olvidado de 1870”


En medio del horror y la devastación de la Guerra de la Triple Alianza (1864–1870), un gesto solidario y profundamente humano emergió desde Colombia. Mientras Paraguay agonizaba, desangrado tras enfrentar a tres potencias regionales —Brasil, Argentina y Uruguay—, se difundió la historia de que Colombia ofreció a cada ciudadano paraguayo la nacionalidad colombiana, sin condiciones, con solo pisar su territorio. Aunque muchos en Colombia apenas conocen este hecho, y algunos lo califican de mito, en Paraguay se mantiene vivo como símbolo de hermandad y apoyo internacional en tiempos de desesperanza.

La Guerra de la Triple Alianza fue el conflicto más cruento de América del Sur. Paraguay, antes próspero y soberano, quedó reducido a escombros: perdió gran parte de su población masculina, vastos territorios y su infraestructura quedó destruida. Fue en este contexto de muerte y exilio que surgió la inquietud internacional: ¿qué pasaría si Paraguay, como nación, desaparecía? La posibilidad no era descabellada. Hubo incluso propuestas de repartirse sus tierras entre los vencedores. Fue entonces cuando Colombia habría tendido una mano.

Según diversas fuentes paraguayas, el Congreso colombiano promulgó la llamada Ley 78 de 1870, que garantizaba ciudadanía automática a los paraguayos que llegaran a suelo colombiano si su país era borrado del mapa. A pesar de la resonancia que esta supuesta ley tiene en Paraguay, en Colombia no hay registro oficial de su existencia. Ni el archivo legislativo ni la Cancillería colombiana poseen documentos que la respalden. Un derecho de petición reciente tampoco halló evidencia de su promulgación. ¿Entonces fue todo una invención diplomática?

La clave para entender este episodio está en la Constitución de Rionegro de 1863, vigente en Colombia en ese momento. En su artículo 31, establecía que cualquier ciudadano nacido en una república hispanoamericana podía adquirir la nacionalidad colombiana si residía en el país y lo solicitaba formalmente. Es decir, el marco jurídico ya permitía la nacionalización paraguaya sin necesidad de una ley nueva. Lo que se habría hecho en 1870 no fue una norma nueva, sino una declaración de solidaridad basada en lo que ya decía la Constitución.

En este sentido, el llamado “abrazo colombiano” a Paraguay fue más una reafirmación política y humanitaria que un decreto legislativo. Fue una manifestación diplomática de protección, un mensaje al mundo y al pueblo paraguayo: “si su país desaparece, Colombia los acoge como hermanos”. No era necesario crear un nuevo instrumento legal. La propia ley madre ya abría las puertas de la nación a quienes necesitaban refugio y ciudadanía.

La historia, por tanto, no es un mito. Lo que sí es mito es pensar que todo dependía de una ley específica. Lo que existió fue un gesto real, jurídicamente viable y profundamente generoso, que hasta hoy sigue siendo valorado en Paraguay, aunque en Colombia permanezca en el olvido. Hoy, al cumplirse 155 años de aquella Constitución fraterna y 150 de aquel acto de hermandad, es justo rescatar y honrar este vínculo histórico que nos une a los paraguayos.

Este episodio olvidado merece volver a contarse. No solo porque nos recuerda que el derecho puede ser una herramienta de protección frente a la barbarie, sino porque en un tiempo de fronteras y exclusiones, Colombia supo, con visión humanista, abrir los brazos a un pueblo hermano en peligro de desaparecer. Que esta historia no se quede en las sombras. Que siga siendo ejemplo de diplomacia solidaria en América Latina.

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